Manifestadora y creadora de mi realidad, canalizadora, sanadora, y facilitadora de la energía y enseñanza angelical.

Hace más de 20 años comenzó mi despertar espiritual. A mis 20 años, vivía una vida “a contramano”, eligiendo la tristeza, la negatividad y el sufrimiento (era todo lo que conocía). Los ángeles llegaron a mi vida de una forma no religiosa ni dogmática, sino energética y liberadora. Esto fue crucial, ya que había perdido la fe en lo religioso: no encontraba respuestas, alivio ni sanación.

Llegaron a una Patry que no es la que ves ahora. Para mí, en ese momento, la vida carecía de sentido. Era otra versión de mí, completamente diferente, tanto que hoy me parece imposible. No digo que no me reconozca, porque sí lo hago; integro y abrazo quién fui. Sé que ese fue el camino elegido por mi alma para forjar mi versión actual. Pero sí digo que hoy esa forma de vivir sería imposible: la manera de hablar, de pensar, de actuar… todo es tan lejano que parece una vida pasada.

En aquel entonces, mi vida estaba llena de negatividad: enfermedades y síntomas físicos (problemas de páncreas, intestino, piel, columna), síntomas emocionales como depresión mayor por más de 15 años, carencias afectivas y económicas, duelos, abandonos consecutivos, soledad, angustia y pesimismo. Estaba medicada por un trastorno de ansiedad generalizada, rodeada de vínculos tóxicos y dolorosos, siendo la “oveja negra” de mi familia y siempre sintiéndome fuera de lugar.

Sin rumbo, a la deriva, me sentía atrapada en un pozo oscuro. Pero siempre hubo algo positivo en mi esencia: una gran capacidad de introspección, que me ayudó a discernir y a ver lo que otros no veían. Mi conexión espiritual y mi intuición me decían constantemente: Esto no puede ser todo.

Conté con “angelitos terrenales” que me sostenían a pesar de todo. Hoy entiendo que tenían un contrato con mi alma. Siempre supe, en lo profundo de mí, que este no era mi mundo. Algo superior me sostuvo: una intención poderosa de salir de ese pozo oscuro.

Intenté con la religión y con años de psicología. Ambas me ayudaron, pero ninguna cambió mi realidad. Solo me brindaban refugio temporal. Fue entonces cuando llegaron ellos, los ángeles. Seres en los que nunca había reparado desde la religión, pero que me dejaron migajas por el camino. Lo primero fue una fotocopia de un libro de metafísica que llegó a mí “por accidente” (o más bien, causalidad). Resonó de inmediato. Lo pedí prestado y lo leí en casa.

Fue como si se abriera un tercer ojo. Mi cuerpo, que hasta entonces despreciaba, se convirtió en mi gran compañero y guía. Comencé a aplicar lo que aprendía: ejercicios, decretos, conexiones… y lo más importante: entendí lo que no debía hacer. En pocos años, mi realidad empezó a cambiar.

No fue magia, fue una elección. Elegí aferrarme a esa luz que había encontrado y, poco a poco, mi vida empezó a mejorar. A los 30 años, con mayor conciencia, comencé a crear mi realidad alineada a mi ser superior y a la divinidad. Entendí el poder infinito que tenemos como seres humanos.

No sabía entonces que este era solo el comienzo. Mi misión de vida apenas estaba tomando forma. Todo lo que había aprendido me preparaba para un propósito mayor: enseñar y guiar a otras almas.

Fue Arcángel Miguel quien me lo dijo: no podía quedarme con todo ese conocimiento para mí. Había muchas almas esperando por mi guía. Aunque no entendía cómo sería posible, confié.

Durante los siguientes años, mientras estudiaba yoga y otras herramientas de sanación, todo empezó a fluir con claridad. Mi canal se abrió, y empecé a canalizar mensajes de los ángeles. El primero en llegar fue Rafael con su rayo verde. Pensé que solo sería una sanadora, pero Miguel y Gabriel me mostraron que mi misión sería mucho más grande: enseñar y guiar a otros a conectar con los ángeles.

Desde hace más de 10 años, me dedico a conectar personas con la magia angelical. Ayudo a sanar cuerpo y mente, a crear realidades abundantes, a descubrir propósitos y a canalizar mensajes de los ángeles.

Hoy, si estás leyendo esto, no es casualidad. Las casualidades no existen. Es una señal, una sincronía. Los ángeles están dejando migajas en tu camino, como las que dejaron en el mío. Escucha ese llamado y sigue tu corazón.

No pretendo que sigas mi camino. Solo te pido que te abras a recibir y a elegir la luz que puede transformar tu vida. Si yo pude, vos también podés. Si tantas alumnas pudieron, vos también lo lograrás.

Con amor y honra, te acompaño para que crees tu mejor versión.
¿Comenzamos juntas?

Súmate hoy a mi membresía y comienza a crear tu nueva realidad de la mano de los ángeles.